Juego fútbol desde que tengo 5 años, la categoría se llamaba "cachorros" tengo que reconocer que más que jugar al fútbol y ser muy bueno, me gusta verlo, pero desde esa edad fui un apasionado del fútbol y de los deportes. A esa edad me gustaba meter goles como todo niño, ya con el paso del tiempo fui conociendo y descubriendo mi verdadero talento. Como delantero siempre me consideré como el típico cazagoles que sabía donde estar en el momento y lugar adecuado para meter los goles. En los torneos que había en mi escuela, mi salón siempre tuvo un gran equipo, y yo, al estar rodeado de buenos jugadores, era muy fácil anotar goles, y así, año con año terminaba campeón del torneo y campeón goleador. Cuando tenía 7 años me operaron de la apéndice, y me costó regresar a volver a jugar un par de meses, en los que después de regresar me daba miedo que me pegaran en el estómago y algo me pasara, por lo que me costó un poco volver a jugar. En ese proceso, jugaba en el equipo de mi colonia, pero como todo goleador y jugador, si no tienes la confianza de tu entrenador, es muy difícil meter goles, aparte de que me hacían jugar en una posición diferente, muchos meses los pasé en la banca y con pocos minutos en el campo, por lo que era cada vez más y más difícil, pero aún así, como todo niño, siempre que entraba a jugar lo hacía con mucha emoción y la mejor de las ganas. Un día, en un partido a las 12 del día, con el calor a más de 30 grados, en el campo de mi colonia, con muchas personas viendo nuestro juego, en un partido complicado, íbamos 1-1, yo estaba en la banca esperando poder jugar unos minutos, mi entrenador faltando 20 minutos para acabar el partido decidió meterme a jugar, ese día me sentía con muchas ganas de jugar y conforme avanzaban los minutos las cosas en el campo me comenzaban a salir. Recuerdo que uno de mis compañeros arrancó por la banda izquierda, el otro delantero que estaba a mi lado hizo un movimiento de desmarque hacía ese lado y me dejó prácticamente solo afuera del área, me tiraron un centro por abajo, yo estaba solo sin marca, y sin pensarlo, le pagué al balón como venía y crucé la pelota hacía el otro lado, la cual entró pegada al poste, en ese momento pude escuchar el silencio por unos segundos, y lo primero que hice fue correr con la mano arriba con mi dedo indice levantado mientras veía como todos los que estaban ahí me aplaudían porque sabían cuanto lo había deseado, mis compañeros festejaron conmigo mientras veía como mi mamá derramaba lágrimas de felicidad. Fue un gran día y sin lugar a dudas de los goles más emotivos que he metido en mi vida.
miércoles, 23 de junio de 2021
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